Leyendas de Tamaulipas
La tortuga Lora.
Existe una leyenda en Tamaulipas que nos hablas sobre una misteriosa tortuga que apareció hace muchos años, esta no era como ninguna otra antes vista, no duro mucho tiempo, solo llego y coloco sus huevos y luego volvió al mar.
Las personas del lugar cuidaron los huevos hasta que todos nacieron, pero por alguna razón de los más de las cien tortugas solo una sobrevivió, esta se quedo por mucho tiempo cerca del lugar y todos la conocían bien. Un día sin explicación esta desapareció solo para volver tiempo después para dejar sus huevos y de nuevo volver a irse, de todos estos huevos solamente uno sobrevivió, así como la historia de su madre. Este hecho insólito continuo durante muchos años sin poder darle una explicación, los residentes del lugar al llamado a esta tortuga Lora, aunque no saben si es la misma que llego por primera vez o es la tortuga que sobrevive durante cada nacimiento de tortugas.
La central de Autobuses.
Un día un autobús que salía de la central de Tamaulipas se vio involucrado en un accidente, al parecer una niña que viajaba en el autobús se levanto al baño y en su camino se encontró con un joven que estaba de espaldas, ella al intentar pasar miro la cara del joven toda desfigurada lo que ocasiono que se desmallara. Cuando los demás pasajeros se percataron de esto le insistieron al chofer para que la llevaran a un hospital. En el camino el chofer se percato que un joven los seguía, esto impacto al chofer porque ellos iban en un autobús a gran velocidad, esto ocasiono que el chofer se aterrorizara y perdiera el control del autobús y ocasionara un accidente.
El indio que se transformó en tecolote.
Llegó ya el tiempo en que se hiciera campaña para la famosa Tamaulipas y solo comenzara ya a dar a los indios, cuya función fue en el paraje de La Bufa, frontera donde se juntan los arroyos de La Agüita y se halla puesto hoy el Real de San José. Y salieron flechados de los indios esta vez José Antonio Campaña, del cerebro; Eugenio Zúñiga, de la cabeza; Cristóbal Hernández, de la pierna. Y la presa que ahí habían hecho se les fue. Se infiere que estos estaban sobre aviso de emboscada, pues indias ningunas había allí. Un indio viejo estaba que sería la voz del demonio que los dirigía, según lo que con él sucedió y vieron todos: Habiéndolo agarrado los soldados lo quisieron matar, pero unos dijeron que no, que lo dejaran, pues tal vez del mismo modo tomaría razón dónde estaba la ranchería. Lo trajeron ya que había acabado la flechería y función con los indios, y lo examinaron para que diera alguna noticia de dónde estaba toda la indiada, pero no se le pudo sacar ni una palabra. Se dejó por un rato; y por modo de burlarse de él le dijo un soldado de los de la guardia que le hiciera un tecolote. El vio la suya: habló y dijo que lo soltaran para traer un cañuto que por ahí estaba. Como toda la compañía estaba puesta y formada en forma de media luna, pensaron todos que por donde se les había de ir aquél indio viejo; lo soltaron para que fuera a traer el cañuto aquél indio viejo; haciéndole la misma recomendación que hiciera el tejolote. Fue sacando del cañuto unas plumas al parecer del mismo animalejo; las sopló con un vaho y se la puso de cuernecitos sobre la cabeza. Dijéronle los soldados “Pues ahora has tecolote”, y levantando la mano a hacer puño y llevándosela a la boca para entonar el canto del tecolote y cubriéndose de plumas y levantando el vuelo, dejando a todos los soldados burlados.
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